Bailando con la locura

BAILANDO EN EL ABISMO

La locura tiene muchas caras y probablemente, sea uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos como sociedad. A veces es un susurro dulce que te convence de que el mundo es un tablero de ajedrez donde solo juegan otros. A veces es un baile con la sombra de quien te sostiene, y al mismo tiempo, te empuja al abismo.

Por mi carácter, me han dicho muchas veces que estoy loca. Que soy difícil, que siento demasiado, o que mi forma de pensar es una utopía, una fantasía. Pero, ¿qué pasa cuando el mundo entero juega a ignorar su propia locura? Cuando el dinero, el poder, las pastillas y la alienación son las verdaderas reglas del juego, en ese contexto ¿quién es el cuerdo y quién el delirante?

Decir que el sistema, disfrazado de salvador, nos enferma para que aceptemos las jaulas doradas que ofrece. O que inventa problemas y promete soluciones rápidas en forma de píldoras, mientras cierra las puertas a medicinas naturales que podrían sanar sin encadenar. Que nos quieren dependientes, anestesiados, desconectados de nuestra propia esencia. Que prohíbe lo que cura mientras glorifica lo que adormece. Decir que nos envenenan para luego vendernos el antídoto. No es un discurso nuevo. De hecho, muchos locos ya lo sintieron antes que yo… Y así seguirá, puesto que aun hoy en día, a la vista de lo que creamos, decirlo, parece no servir de nada.

Esta imagen es un grito, una advertencia, un espejo. Nuestra salud mental colectiva está en peligro, disfrazada de normalidad, atrapada en jaulas invisibles. Nos reímos de la locura ajena mientras apilamos pastillas en la mesa. Señalamos a los distintos mientras bailamos con nuestros propios demonios.

No es locura sentir. No es locura cuestionar. Lo verdaderamente insano es seguir adelante sin mirar, sin darnos cuenta de que todos, en algún momento, somos piezas de este tablero. ¿Hasta cuándo?

Joker y Harley Quinn, la pareja perfecta del caos

Dos piezas de un tablero en el que la locura no es un error, sino la norma. Él, el titiritero de la anarquía, el que sonríe mientras que el mundo arde. Ella, representa a la muñeca rota que aprendió a amar sus cadenas. Juntos, encarnan el juego macabro de una sociedad que nos lleva a la locura para luego castigarnos por ello.

Ni el Joker, ni Harley nunca eligieron su locura. Fueron moldeados por un sistema que los rompió para después, etiquetarlos y darles un papel que interpretar. Como a tantos otros. Como a nosotros.

Nos venden la cordura en frascos de pastillas y la felicidad en un guion manipulado mientras nos arrebatan el derecho al conocimiento y a sanar de verdad. Prohíben las medicinas naturales, desacreditan lo que no se puede controlar. Ah, la psiquiatría moderna… ese noble arte de curar mentes a base de cócteles químicos y sacudidas eléctricas dignas de una película de terror. Porque, claro, si tu cerebro está sufriendo, ¿qué mejor solución que electrocutarlo hasta que “funcione bien”? Y ni hablar de las pastillas mágicas: tómate esta, que te apaga; esta otra, que te enciende; y esta última, por si las dos anteriores te destrozan el hígado. Pero oye, no vayas a probar hierbas medicinales, meditación o terapias alternativas, porque esas sí que son peligrosas… 🤡

Atrapados en estas jaulas, la libertad se convierte en una mera ilusión. Y el control mental es la puerta que nos lleva a la desconexión.

Amamos a Joker y Harley; nos gusta verlos bailar sobre el caos, pero alguien se pregunta ¿porqué? Nos reflejan a nosotros… Creo que ha llegado la hora de entender lo que es un reflejo.

Y aunque no sirva de nada. Y aunque ya nos lo advierten desde hace siglos… Prefiero estar de este lado del prisma y es mi deber seguir alzando la voz ante lo que aun, la mayoría, no quiere entender.

OBRAS DIBUJOS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.